Marat. Asaltar los cielos
Publicado en: www.foroporlamemoria.info
La lista de asesinados por miembros de los aparatos del Estado y por los grupos fascistas durante la modélica transición es agotadora y casi interminable
En la mañana del 27 de Septiembre de 1975, menos de 2 meses antes de que el monstruo de El Pardo reventara en la cama, son fusilados 3 miembros del FRAP (Xosé Humberto Baena Alonso, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz) y dos de ETA (Juan Paredes Manot y Ángel Otaegui).Apenas cuatro días antes, la policía había expulsado de España a varios intelectuales franceses, entre ellos el actor Yves Montand, el realizador Costa Gavras y el escritor Regis Debray, que intentaban divulgar en Madrid un escrito de condena contra el régimen franquista, suscrito por Jean Paul Sartre, André Malraux, Louis Aragón y Pierre Mendes-France. La inminencia de las ejecuciones había movilizado al mundo entero, y de todas partes llegaban mensajes pidiendo clemencia. Pero, aquella noche del 26 el jefe del Estado se había acostado ordenando taxativamente “que no le despertasen bajo ningún pretexto”. Si no le habían conmovido los ruegos de Pablo VI, menos aún iba a hacerlo la imagen del primer ministro sueco Olof Palme, pidiendo con una hucha por las calles de Estocolmo en favor de las familias de los condenados. O la carta de su propio hermano, Nicolás Franco, recordándole: “Tú eres un buen cristiano, después te arrepentirás” (1)
Un año y medio antes, el 2 de Marzo de 1974, son ejecutados mediante garrote vil el anarquista catalán Salvador Puig Antich y el alemán Heinz Chez (cuyo nombre real era Georg Michael Welzel). Él ajusticiamiento de éste último, preso común, fue utilizado por el franquismo agonizante como cortina de humo para tapar la repercusión internacional y nacional del “asesinato pro decreto” del joven libertario Puig Antich. Trataban de mezclar violencia común (la cometida por Heinz Chez) con la de tipo político de la que se acusaba al ajusticiado catalán. Sobre Heinz Chez continúa extendido el velo colocado entonces por la prensa del régimen y que hacía de él un mero delincuente criminal. Un repaso sobre su figura nos mostraría a un hombre más humano y digno de respeto (2)
El franquismo agonizaba matando en aquella España en sepia, hoy desgraciadamente tan desdibujada de la memoria colectiva por obra y arte de una “modélica transición” amnésica, no sin antes hacer una última aparición en el balcón de la Plaza de Oriente al que solía asomarse la momia de El Pardo para sollozar senilmente mientras su amanerada vocecita de vicetiple en horas bajas agradecía una de tantas “manifestaciones espontáneas” a su régimen genocida, entre proclamas contra el comunismo internacional.
Y, sin embargo, aquellos no serían los últimos asesinatos a manos de la “violencia monopolística” del Estado franquista. Del mismo modo que no cabe hablar de fin del franquismo con la muerte del tirano porque, hasta la aprobación de la Constitución de 1978 (y esta misma era en su diseño el resultado de haber dejado “todo atado y bien atado”), los primeros años de la transición se realizan cabalgando sobre las Leyes Fundamentales del Estado diseñado por Francisco Franco, no se puede hablar de fin de la violencia fascista ni de los aparatos policiales del Estado franquista porque ni una ni otra fueron depuradas por los constituyentes y padres de la “modélica transición”.
23 de enero de 1977: asesinato del estudiante Arturo Ruiz García en Madrid (Triple AAA: Alianza Apostólica Anticomunista).
24 de enero de 1977: matanza de la Calle de Atocha en Madrid. Cinco abogados laboralistas de Comisiones Obreras y vinculados al PCE resultan muertos y cuatro más heridos. Reivindica la AAA. Se detiene a militantes neofascistas y cuadros del antiguo sindicato vertical franquista vinculados con Fuerza Nueva.
20 de septiembre de 1977: estalla en la redacción de la revista “El Papus” en Barcelona, una bomba atribuida a la AAA. Muere el conserje Juan Peñalver Sandoval, y resultan heridas 17 personas más.
15 de enero de 1978, caso Scala: atentado con cócteles molotov contra la Sala de Fiestas “Scala”, de Barcelona, resultando muertas cuatro personas (Ramón Egea, Juan López, Diego Montoro y Bernabé Bravo, afiliados a la CNT) y en el que se intentó inculpar a las organizaciones anarquistas CNT y FAI. Realizado por miembros de los aparatos policiales del Estado, cuyas conexiones apuntaban al Ministro de la Gobernación Rodolfo Martín Villa (conocido como “la porra de la transición”). El objetivo era frenar el, hasta entonces, imparable crecimiento de la CNT en Cataluña. (3). Al final, toda la “investigación” se cierra sobre un único culpable, el infiltrado de la policía en las organizaciones anarquistas,Joaquín Gambín, el Grillo, también conocido como el Rubio o el Legionario.
13 mayo 1978: el anarquista Agustín Rueda Sierra, fue apaleado y asesinado por los funcionarios de la prisión de Carabanchel (Madrid), durante una sesión de torturas para que declarara junto con otros reclusos por los hechos relacionados con la construcción de un túnel en dicha prisión para escapar de ella.
5 de agosto de 1978: atentado contra Antonio Cubillo, dirigente del MPAIAC, en Argel, atribuido a miembros de los servicios secretos españoles. El líder independentista queda herido de gravedad y con secuelas que le acompañan aún hoy. El nombre del Ministro de la Gobernación de entonces, Rodolfo Martín Villa, vuelve a sonar
28 de octubre de 1978: un comando de antiguos miembros de Fuerza Nueva envían un paquete bomba al diario El País resultando muerto el conserje Andrés Fraguas e hiriendo a otras dos personas.
13 de septiembre de 1979 : un grupo de jóvenes vinculados a Fuerza Nueva mata a golpes de bates de béisbol al estudiante José Luis Alcazo en el parque del Retiro de Madrid.
En la madrugada del 1 al 2 de febrero 1980, la militante del PST y de CCOO, y dirigente del movimiento estudiantil, Yolanda González, será secuestrada y asesinada por miembros de la extrema derecha vinculados a Fuerza Nueva y el Batallón Vasco Español. Aquellos criminales tenían vínculos con los aparatos policiales (guardia civil y policía nacional) y con miembros del ejército.
El 9 de febrero del mismo año seguidores de Blas Piñar, líder de FN, acudieron al distrito de Vallecas donde este partido político se disponía a dar un mitin, el cual no tenía permiso del Ministerio del Interior. Frente a esto las organizaciones de izquierdas fueron a Vallecas para impedir el acto. Se produjo una gran batalla campal, como consecuencia de lo cual, a las 12 horas, en la calle Martínez Álvarez, dos ultraderechistas se cruzaban con Vicente Cuervo Calvo de 21 años. Primero Vicente recibió una puñalada en el tórax y después un disparo limpio a quemarropa. La policía identificó a los asesinos como militantes de FN. Uno de más de 40 años con un abrigo negro, el otro menor de 40 años con una cazadora. La policía dijo a los familiares tenerlos localizados en España. Finalmente el crimen fue sobreseído y el sumario cerrado debido a que no aparecieron los dos autores (4)
1 de mayo de 1980: asesinato en Madrid de Arturo Pajuelo Rubio. Dirigente de las Asociaciones de Vecinos (AAVV) de Orcasitas y de la Coordinadora de Barrios en Remodelación, tiene una placa a modo de calle en la Federación Regional de AAVV de Madrid. Su asesinato fue cometido por el grupo Primera Línea de F.N.
6 de mayo de 1980: asesinato en el Bar San Bao de Ciudad Lineal (Madrid) de Juan Carlos García Pérez, cometido por los mismos que asesinaron a Arturo Pajuelo Rubio. En julio de 1983 fueron juzgados y condenados a penas mínimas; los asesinos están huidos.
10 de mayo de 1981: Caso Almería (ignominiosamente olvidado): aparecen tres cuerpos abrasados dentro de un Ford Fiesta, en un barranco de la carretera de Gérgal, Almería. El informe de la Guardia Civil señalaba que eran “tres etarras, que habían intentado huir, responsables del atentado contra el General Valenzuela”, que había sucedido un par de días antes. Incluso les ponían apellidos: eran “Mazusta, Bereciartúa, y Goyenechea Fradúa”. Los nombres reales eran Luis Montero García, salmantino y militante del PCE, el santanderino Luis Cobo Mier y el almeriense Juan Mañas Morales, que se dirigían desde Santander (donde residían los tres) a Pechina (Almería) para la comunión del hermano de Juan Mañas. El jefe del operativo criminal fue el Teniente Coronel Carlos Castillo Quero. Los tres fueron salvajemente torturados, luego descuartizados sus cuerpos, metidos de nuevo en el vehículo en el que viajaban, ametrallado el mismo y prendido fuego después, luego de haber sido despeñado. Mi amistad y cariño personal hacia Luis Montero García impide que pueda descansar hasta que su nombre y el de sus compañeros formen parte de nuestra Memoria Histórica, con el resto de las víctimas de esta transición sangrienta. La película “El caso Almería” (1983), del director Pedro Costa, es casi el único homenaje digno que hasta el día de hoy se les ha realizado desde la izquierda.
Esto sin citar los atentados de la extrema derecha y de los aparatos policiales del tardofranquismo en Euskadi. Sólo entre octubre de 1975 y junio de 1981, por limitarlos a la transición, y sin entrar en el caso GAL, más tardío y que merece tratamiento aparte, el listado es estremecedor. Se recomienda consultarlo en la wikipedia (5)
La lista de asesinados por miembros de los aparatos del Estado y por los grupos fascistas durante la modélica transición es agotadora y casi interminable. Mariano Sánchez Soler (6), en su libro, “La transición sangrienta” relata más de 600 atentados en el período que dista entre 1975 y 1983.
Aquellas muertes no fueron simple consecuencia de unos exaltados fascistas que no aceptaban el paso a la democracia. Esa respuesta sería demasiado falaz y tranquilizadora porque lo que hoy tenemos no es una democracia adulta y libre sino una democracia vigilada (por un poder judicial y mediático heredero del pasado franquista), menor de edad (con amante padre coronado que hace las funciones de vigilante de los “excesos del delirio democrático”) y un régimen de alternancia de partidos que bien se parece a la España de la Restauración de Canovas y Sagasta. Su función: ser tapón y valladar contra cualquier voluntad colectiva de transformar esto que hoy vivimos en una democracia con demócratas y en un régimen que merezca tal nombre. El papel de las bandas fascistas y de los aparatos de inteligencia del Estado en esos años no fue otro que el de frenar cualquier intento que pudiera darse por parte de sectores de la izquierda de ir más allá de lo que había sido establecido antes de la muerte del dictador: “democracia coronada y a medio gas”.
Esas víctimas forman parte de la memoria de militantes individuales de la izquierda, apenas de los partidos, en absoluto de la sociedad española.
La lobotomía política practicada por el sector del bunker franquista que pilotó la transición y por la izquierda oficial y claudicante (PSOE y PCE) pactista, sobre la sociedad española, ha impedido que se realice un examen crítico respecto a esos “años de plomo”, que se revise qué fue lo pactado entonces, que se conozcan los límites de hasta dónde nos estaba permitido llegar a los españoles, qué cosas no podían ser sometidas al juicio popular de un proceso democrático y cuáles han sido las consecuencias, a día de hoy, de esa amnesia colectiva que ha impedido revisar nuestro pasado inmediato y colocarlo en el banquillo de los acusados.
Mientras no se revise la “modélica transición” española, los efectos que ha tenido sobre el desarrollo de esto que hoy llamamos democracia y que no lo es y no se rehabilite la memoria de los hijos más preclaros de la lucha por las libertades, seguirá todo “atado y bien atado”, como lo dejó el señor del Pazo de Meirás, aquél que hizo de un país un cuartel.
El logro de verdad, justicia y reparación también para quienes fueron víctimas de los años de “transición sangrienta”, a manos de los herederos del franquismo, es una condición indispensable para que podamos hablar de una auténtica Memoria Histórica sin trampas, no como aquellas a las que nos ha sometido el PSOE con una Ley de cortos vuelos y falta de contenidos y voluntad de desarrollo. Es indispensable porque esa etapa nos afecta a un sector mucho más amplio de españoles que el que vivió la Guerra Civil, sin que sean ambas antagónicas sino necesariamente complementarias. Es indispensable porque las consecuencias de aquella transición las pagamos hoy de un modo mucho más directo que cualquier otro pasado previo. Es indispensable porque sobre el olvido de aquellos que fueron asesinados por las pistolas compradas durante el régimen anterior no se ha levantado, ni siquiera intentado, el velo que cubre su recuerdo.
Es indispensable porque sólo seremos fuertes cuando sentemos en el banquillo de los acusados a los responsables políticos de atentados como los de Montejurra, Scala, Abogados de Atocha,…No nos basta con el castigo a los ejecutores (algunos pagaron penas que casi fueron premios). Queremos ahora ver en el papel de reos a los inductores que aún siguen vivos, ocupando puestos de administración de grandes empresas, en el Senado o en algún Consejo del Reino o del Estado
(1)http://www.elpais.com/articulo/espana/FRANCO/_FRANCISCO/ESPAnA/FRAP/ETA/FRANQUISMO/presiones/internacionales/pudieron/frenar/fusilamientos/27/septiembre/1975/elpepiesp/19850927elpepinac_8/Tes/
(2) Película “La muerte de nadie” (“el enigma de Heinz Chez”). Año 2003. Director: Joan Dolç
(3) Martín Villa declararía por esas fechas: “No me preocupa ETA, quienes de verdad me preocupan son los anarquistas y el movimiento libertario”. Sus “impagables esfuerzos durante la transición” le valieron ser nombrado Presidente de Sogecable (grupo Prisa) en 2006.
(4)http://alvarortvtanos.blogspot.com/search?q=La+transici%C3%B3n+sangrienta+vol+II
(5) http://es.wikipedia.org/wiki/Terrorismo_tardofranquista
(6) http://www.ambitocultural.es/ambitocultural/cargarFichaEntrevista.do?paginaActual=2
http://asaltarloscielos.blogspot.es/1280950269/retrato-de-modelica-transicion-con-sangre-al-fondo/
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