Las familias tendrán ahora que encontrar en los registros del camposanto de San José dónde están supuestamente los restos.
La Voz Digital
La asociación SOS Bebés Robados de Cádiz, que aglutina a decenas de afectados por la supuesta sustracción de recién nacidos en la provincia, presentaron ayer 31 solicitudes en el Ayuntamiento de la capital en las que piden las exhumaciones de los cuerpos de otros tantos bebés que -según los registros- fueron enterrados en el cementerio de San José cuando murieron al poco de nacer.
Sus madres, padres y en algunos casos, sus hermanos, temen que cuando la tierra se abra, los cuerpos no estén allí. Lo han temido siempre, algunos, lo han temido durante décadas, aunque desde que el número de afectados comenzó a crecer (apenas dos años atrás) esos temores se han convertido en sospechas, y para ciertos padres, casi en certezas. Por eso necesitan desenterrarlos, para despejar todo tipo de dudas. Para respirar tranquilos si encuentran los cuerpos, y para tener una prueba más con la que seguir peleando en los tribunales.
En el último año, el Ayuntamiento ha recibido más de un centenar de solicitudes de exhumación de estas familias, pero a comienzos de marzo, en una reunión entre la alcaldesa Teófila Martínez y la asociación SOS Bebés Robados, pusieron esa avalancha en orden. El consistorio se comprometió a colaborar en los desenterramientos, y facilitarles tanto los permisos como la tarea. Por su parte, la asociación coordinaría la entrega de solicitudes, para cursar solo las que tienen alguna posibilidad.
El resultado han sido las 31 peticiones presentadas ayer. Hace una semana, la asociación reunió a cuantas familias habían solicitado las exhumaciones en San José, para realizar la primera criba. Chary Herrera, la presidenta de SOS Bebés Robados, que busca a una hermana nacida en 1975 y dada por muerta, explicó que no todos los que presentaron su solicitud en un principio podrían buscar los cuerpos, ya que muchos estaban en grandes fosas comunes de varias decenas de metros cuadrados, donde resulta prácticamente imposible dar con nada. Solo aquellos recién nacidos cuyos restos permanecen aún en las sepulturas originales podrían ser encontrados. Aún así, las tareas de localización de los cuerpos se antojan muy complejas, pues temen que los cadáveres de otros bebés hayan podido mezclarse entre sí después de décadas bajo tierra.
Aparte, las indicaciones de los registros no son en absoluto precisas. Sin olvidar que la asociación cuenta con que existe el 'riesgo' de que finalmente las exhumaciones les den la razón y descubran que algunos niños que deberían estar enterrados allí, nunca fueron inhumados.
El Ayuntamiento, en todo caso, ha garantizado no solo que aprobará las peticiones, sino que además pondrá a disposición de las familias un equipo multidisciplinar, con antropólogos y arqueólogos, que ayuden a realizar los estudios previos a la identificación. El trabajo de biblioteca es ahora el siguiente paso: cada familia debe hacer un 'estudio de sepultura', con los documentos que puedan recabar de registros del cementerio y del Archivo Provincial. No sólo deben localizar en qué sepulturas se encuentran su bebés (en algunos casos, hay errores en los libros de inhumaciones) sino también tienen que identificar qué otros cuerpos hay enterrados junto a ellos, y los brazos y piernas amputados que suelen inhumarse también. Estos últimos pueden ser fundamentales para facilitar la búsqueda de los restos, pues pueden servir de guías y confirmar que están desenterrando donde es debido, cuando llegue la hora de abrir la tierra.
Esa fecha aún no está clara. Pero la asociación SOS Bebés Robados tiene al menos la confianza en que será pronto, ya que el Ayuntamiento les ha comunicados que no habrá que esperar al derribo de las cuarteladas de nichos vacíos que aún permanecen allí, algunas de las cuales están en estado casi de ruina. Las sepulturas que habrá que abrir están a los pies de estas cuarteladas, en varias filas. En cada sepultura puede haber entre 20 y 40 bebés y fetos que eran enterrados a coste del antiguo hospital Zamacola, cuando morían al nacer.
Las familias sospechan que enfermeros, médicos y religiosos urdieron durante décadas una trama para simular las muertes y venderlos niños a otras familias. Una trama que se extiende por toda España.