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domingo, 27 de junio de 2010

Los hunos y los otros

Fosa común en el Cementerio de La Isla donde está enterrado D. Cayetano Roldan, último Alcalde Republicano, fusilado por los golpistas.

Paco F. Frías (Información/San Fernando)

Durante años, desde la reinstauración de la democracia en España, hemos convivido con las manidas cantinelas de que “los dos bandos fueron iguales”, “salvajadas se cometieron las mismas por ambos grupos” o “todos tuvieron la culpa”.

Previamente, en tiempos de dictadura, el debate sobre la Guerra Civil era arbitrario y las murmuraciones vecinales estaban orquestadas por la manipulación monopolista y el atropello de la desinformación. La realidad cierta se hallaba secuestrada por los ganadores de la contienda que solo dejaban trascender a la opinión pública aquellos sucesos engañosos que encubrieran la crueldad de sus actos y otras historias inventadas o tergiversadas para tratar de ergotizar con saña la perversidad de los derrotados.

Cierto que hubo un Paracuellos o un Cuartel de la Montaña por poner algunos ejemplos de acciones republicanas. Pero siempre precedidas por otras mucho más atroces como las masacres cometidas por la Columna de la muerte o el bombardeo sobre Guernica de la Legión Cóndor nazi. En cualquier caso, el agredido cuenta con el atenuante de su defensa en detrimento de la iniciativa del agresor. Por eso, cualquier análisis objetivo sobre la Guerra Civil Española, contempla esta circunstancia como eximente de la réplica de los liberales.

Pero el tiempo ha pasado y la sumisión ante la mentira ha expirado porque ese mito ya no hay quien lo mantenga: “Los dos bandos no fueron iguales”. El simple hecho de que hubo agresores y agredidos ya es suficiente para diferenciar la ferocidad de los hunos contra la reacción de los otros. Más quiso la historia manoseada que esto nunca fuera tenido en cuenta, y así, la resistencia republicana apareció durante décadas aparcero a mitad de utilidades del drama bélico.

En nuestros días, el pronunciamiento de quienes vuelven la espalda a los estudios documentados sobre la contienda para mantener el criterio erróneo de las barbaridades cometidas por los defensores de las libertades, ya no tiene sustento. Podrán quedarse con sus descabellados argumentos para no rendir sus convicciones a la evidencia, pero la demoledora solidez de la verdad, será la que prevalezca en el futuro gracias a los esfuerzos de cientos de personas empeñadas en aflorar la realidad oculta para el esclarecimiento de los crímenes franquistas y el rescate de la Historia cierta.

Solo el Foro por la Memoria de Valencia presidido por Amparo Salvador, sacó a luz en 2006 el descubrimiento de varias fosas comunes en el cementerio de esa ciudad en cuyo interior se hallaron los restos de 26.000 víctimas de la represión rebelde. Cifra que ridiculiza las contabilizadas anteriormente en Andalucía y Extremadura y que adquieren una dimensión solo comparable a las del genocidio nazi. A diferencia de aquellas, no existen filmaciones ni fotografías porque Franco, viendo próxima la victoria y consciente de que algún día tendrían que decir que esto nunca sucedió, ordenó que no quedara prueba alguna del holocausto absolutista. De ahí que esas descomunales fosas se encontraran ubicadas en el propio cementerio.

Nadie buscaría muertos entre los muertos. Casualmente fue el PP, caballero feudal de los predios levantinos, el único partido opuesto frontalmente a la investigación y posterior levantamiento de las mayores fosas comunes de Europa blandiendo el trillado argumento de “no reabrir viejas heridas” Algo que nunca entenderé pues ningún demócrata debería oponerse al esclarecimiento de las barbaridades cometidas durante la contienda bélica. El bando ganador ya honró a sus víctimas durante cuarenta años y es de justicia que ahora los descendientes de los asesinados por el franquismo, hartos de subyugar sus deseos, pretendan apartar la tierra ensangrentada para localizar los restos de sus familiares ocultos bajo el lodo del olvido y la ignominia, y dignificarlos humanamente.

Francisco Espinosa Maestre, doctor en Historia y obstinado investigador de los acontecimientos tratados, acaba de publicar un detallado estudio sobre las atrocidades cometidas en nuestra Guerra Civil donde desmonta de forma categórica la indigna calumnia de que “los dos bandos fueron iguales”. En el análisis de sus investigaciones se contabilizan de forma documentada 130.000 muertos por la represión fascista. Cifra que, lejos de ser definitiva, seguirá aumentando conforme se profundice en archivos y cunetas, porque la mayoría de las fosas comunes se encuentran próximas a los lugares por donde los sublevados fueron avanzando y aún queda mucha tierra que remover.

Las abominables declaraciones de Yagüe cuando afirmaba que “no pensaba dejar vivo ni un rojo a su espalda”, o la recomendación del canalla Queipo de Llano a su colega López Pinto, recordándole que “esto se acaba y es preciso que antes matemos a todos los comunistas. Aún tenemos la excusa de la guerra”, hacen pensar que así será sin dudas.

Aquí, en La Isla, la historia también es contundente. No existe un solo testimonio sobre crímenes republicanos. En cambio, todos sabemos por nuestros mayores los asesinatos que cometió la Falange entre 1936 y 1941. Episodios dramáticos que quedan recogidos y documentados por José Casado Montado en sus libros Memorias de un mal nacido y Trigo tronzado. Textos que la Administración local debería proponerse reeditar algún día, para que todos entendamos para siempre, que los dos bandos no fueron iguales.

jueves, 24 de junio de 2010

Recordar para no olvidar

Testimonios orales permiten hallar una fosa común en Puerto Real


Pedro Espinosa (http://www.foroporlamemoria.info/)

No estaba en los papeles. Pero sí en la memoria. Una nueva fosa común de fusilados durante la Guerra Civil en Puerto Real (Cádiz) ha sido hallada gracias al testimonio de ancianos, niños entonces, que han orientado a expertos y arqueólogos para localizar el lugar del cementerio de la localidad donde fueron enterradas decenas de cadáveres. La Asociación de la Memoria Histórica ha iniciado ya los trámites para reclamar la exhumación e identificación de los restos encontrados. El colectivo tiene una lista con 124 nombres y apellidos. Pero sus responsables temen que la fosa esconda muchos más cuerpos anónimos.

La fosa del camposanto de Puerto Real no aparecía en los documentos oficiales, aunque los archivos sí guardan los consejos de guerra que ordenaron matar a esas 124 personas. Nunca se había sabido exactamente dónde estaban. Las catas arqueológicas realizadas en una parte del cementerio han permitido encontrar restos de munición, cal y los primeros huesos. “Todo se ha descubierto en tres catas en unos cuadrados de un metro y cuarenta centímetros cada lado. A 80 centímetros de profundidad ha aparecido el primer cadáver”, relata el presidente de la asociación en Puerto Real, Francisco Aragón.

La concreción de los hallazgos eleva el drama, humaniza la tragedia. Una zapatilla, algunas prendas raídas, un botón, cráneos y varios huesos, de diferentes personas, un casquillo de bala hecho en Pirotécnica del Sur, en Sevilla, en un año clave: 1936. Esas catas son para la Asociación de la Memoria Histórica de Puerto Real prueba suficiente para corroborar lo que varios veteranos vecinos de la localidad ya les habían relatado. Entonces no tenían más de nueve años pero recuerdan los fusilamientos y la pila de cuerpos dispuestos para ser enterrados. Son los recuerdos que han permitido dar con esta fosa.

La asociación ya ha solicitado a las autoridades el inicio de los trámites para la exhumación e identificación de los fallecidos. “Queremos que se haga cuanto antes”, urge el presidente del colectivo.

La Junta de Andalucía es la que debe conceder el permiso y proceder al análisis de los restos. Los archivos civiles y militares consultados por los expertos en memoria histórica revelan que en el cementerio de Puerto Real se produjo en 1936 el fusilamiento de, al menos, 124 personas, cuyos nombres y apellidos están en registros de los consejos de guerra de aquel año. Fueron asesinados por su vinculación con el bando vencido. “Pueden estar los 124 o quizás haya muchos más. Es lo que hay que averiguar lo antes posible”, cree Aragón.

La fosa común ha sido tapada a la espera de que la administración autorice la exhumación. Pero a esos muertos ya se les homenajea. El domingo pasado, durante el anual acto de recuerdo que en el cementerio de Puerto Real se ofrece a las víctimas de la Guerra civil, la comitiva se trasladó desde un monumento levantado a la causa hasta el lugar donde se supone que descansan los restos de decenas de fusilados. Esos muertos ya tienen sus primeras flores.

miércoles, 16 de junio de 2010

“Que no nos pidan que olvidemos”


Emotivo acto organizado por el Foro por la Memoria Histórica en el cementerio municipal de El Puerto.

Teresa Almendros/el Puerto (Diario de Jerez)

Familiares de más de medio centenar de republicanos fusilados durante la Guerra Civil en El Puerto protagonizan un emotivo acto organizado por el Foro por la Memoria Histórica en el cementerio municipal.

El cementerio municipal se convirtió, el sabado 12, en el escenario del homenaje que el Foro por la Memoria Histórica tributó a 54 republicanos que fueron asesinados en El Puerto durante la Guerra Civil, la mayoría de ellos en los primeros días tras el alzamiento. Los familiares de muchos de ellos no habían sabido hasta ahora qué fue de sus padres o abuelos, y no ha sido hasta ahora cuando el trabajo en archivos y documentos ha permitido seguir la pista del paradero de muchos de estos desaparecidos.

Más de 200 personas participaron en el acto de ayer, sencillo, emotivo y cargado de recuerdos, los de muchos de los hijos y nietos de los represaliados que bien por su propia experiencia o por las historias que han pasado de generación en generación, rememoraron aquellos días terribles en los que muchas familias quedaron destrozadas.

Representantes de la mayoría de las formaciones políticas representadas en El Puerto se encontraban presentes en el acto, entre ellos el alcalde, Enrique Moresco, y los ediles Alfonso Candón, Pepa Conde, José Manuel Vela, Ángeles Mancha, Ignacio García de Quirós, Ouaicha Ouaridi, Juan Gómez o José Manuel Peinado Matiola, entre otros, además del parlamentario andaluz Ignacio García, el profesor José Petthengui, el presidente de la asociación pro derechos humanos, Rafael Lara o los sindicalistas José Rodríguez y Elías Py.


El encargado de abrir el acto fue el representante del Foro por la Memoria Histórica, Carmelo Ciria, que señaló que la lucha de la asociación no termina con la inauguración de este monumento, ya que como dijo “más de 600 presos murieron de hambre en el Penal y hemos de conseguir el reconocimiento de todas esas personas, que entregaron su vida en defensa de la República”, dijo.

Entre los asistentes se podían ver varias banderas republicanas, algunas portadas por personas muy mayores, visiblemente emocionadas, lo mismo que sus familiares. Los miembros del Foro fueron nombrando a cada uno de los 54 fallecidos, cuyos familiares colocaban un clavel rojo sobre la lápida en la que estaban inscritos todos los nombres. Con cada nombre se daba a conocer una historia. La del padre de Francisco Artola, cuyo hijo recordó el último beso que le dio, antes de irse para no volver. La de Carlos de la Flor El cosita buena, que enseñaba a leer a los niños del sindicato, la del último alcalde de El Puerto antes del alzamiento, Manuel Fernández Muro, comerciante de la plaza de abastos. La de José García Joselete, que tenía 20 años cuando murió. La del padre de Rafael Gómez, Ceferino Gómez, que le dijo a su mujer cuando fue a verle a la prisión que se llevara unos pañuelos sucios “pero que no se los lavara, que ya no los iba a necesitar más”. La del profesor Ángel Madrigal o la del médico Daniel Ortega, fundador del Partido Comunista en El Puerto. 54 historias dramáticas que ayer removieron los sentimientos de todas las personas que acudieron al acto de homenaje.


El nieto de uno de los fusilados leyó una carta escrita por su madre, que nunca llegó a conocer a su progenitor, en la que le decía que “no te dejaron ser un buen padre, pero sin estar, has estado siempre a nuestro lado. Que no nos pidan que olvidemos”, reclamó. “Yo no conocí a mi padre pero he vivido su vida entera por boca de mi madre, que no ha dejado de hablarnos de él”, decía otra mujer, visiblemente emocionada. Hijos, nietos y bisnietos, algunos con fotos de sus familiares y muchos de ellos procedentes de otras localidades, tuvieron ayer al menos el consuelo de un reconocimiento a la memoria de sus seres queridos.

miércoles, 9 de junio de 2010

Agustín Rodríguez Nieto, asesinado en aplicación de la Ley de Guerra impuesta por los golpistas.

Agustín Rodríguez Nieto

Gracias a Doña Rocío Palacio, nieta de uno de los fusilados el 28 de Octubre del 36 junto a nuestro alcalde D. Cayetano Roldan , hoy recuperamos para la Dignidad y La Memoria los datos personales de otra de esas victimas del genocidio franquista, Agustín Rodríguez Nieto, asesinado en aplicación de la Ley de Guerra impuesta por los golpistas.

Rocío Palacio: “Mi abuelo era pescador, militante en la clandestinidad de CNT en la que colaboraba como escribiente, pero sobre todo fue una buena persona, entregada a su familia y a la causa obrera, por ello fue asesinado”.

Extracto del Libro Secreto de La Iglesia Mayor Parroquial de San Fernando




Decimoséptimo Fusilamiento (28 de Octubre de 1936)
Trigo Tronzado (José Casado Montado)

Los detenidos que salieron del presidio del Ayuntamiento para ser fusilados ese día, fueron los siguientes:

114.-Don Cayetano Roldán Moreno, casado con D. ª. Dolores Armario. Médico y Alcalde local. Dejó tres hijas. Sus tres hijos habían sido fusilados dos meses antes. Vivía en la calle Real.

115.-Manuel Barbacil Mejuto, 72 años. Se negó a confesar. Dos de sus hijos habían sido fusilados con anterioridad.

116.-Juan Antonio Rodríguez Benítez.

117.-Agustín Rodríguez Nieto.

118.-Juan Galvin García.


Carta a su esposa (escrita sobre un trozo de cartón que le facilitó un carcelero que luego entregó a la familia)


Certificado de Defunción expedido en Mayo de 1955