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sábado, 24 de abril de 2010

Nacionalcatolicismo



Jaime Richart en Kaos en la Red

¿En dónde y cuándo se ha sabido que los vencedores de un alzamiento armado nieguen, 70 años después, a los hijos, nietos o hermanos de los vencidos el derecho a dar sepultura a sus muertos, padres o abuelos asesinados por aquellos?

La Falange fue brazo armado del franquismo antes, durante y después de la guerra civil; cómplice y ejecutor de los crímenes una vez terminada la guerra. Los más de cien mil “paseados” y asesinados después de 1939 en que la guerra acabó “oficialmente”, están esperando aún digna fosa.

Y ahora resulta que la Falange se querella contra quien se aprestaba a cumplir la Ley (en cuya virtud el tribunal que lo juzga se hace a su vez cómplice de los querellantes) y se erige de esa manera en un “reivindicador” del derecho a sus crímenes, negando a un tiempo a esta generación el suyo a rescatar el cuerpo de los matados por sus ascendientes.
Es como si Franco resucitado volviese con alegaciones a favor de su “Movimiento”. España es un país donde todo puede ocurrir. Cualquier cosa, y si es disparatada, aberrante e inconcebible, con mayor motivo.

Todo esto es herencia del nacionalcatolicismo: una mixtura de golpes de pecho, de burla a las enseñanzas evangélicas impartidas para otros pero irrelevantes para quienes las predican; de conquistas imperiales con la cruz en una mano y el arcabuz en la otra; de sumisión ciega ante quien se le supone “superior” para descargar a continuación todo el horror sobre el “inferior”, y así sucesivamente...

El nacionalcatolicismo está enquistado en la sociedad española de tal manera que sin revolución, cruenta o incruenta, no habrá nada que hacer hasta quién sabe cuándo.
Generación tras generación seguirá portando en sus genes las ínfulas y la bestialidad ladina de sus mayores. Este país tiene atrofiado el sentido de la sensatez colectiva. De ahí que muchos nos radicalicemos: los bárbaros ilustrados españoles no entendieron nunca, ni entienden, de sutilezas... El “caso Garzón” es otro icono de las tantas aberraciones hispanas.

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